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Cuando la corrupción golpea la puerta, Milei responde con metáforas y puro humo

El prescindente Javier Milei cerró el acto por el aniversario número 141 de la Bolsa de Comercio de Rosario como lo que más disfruta ser: un showman de la economía.

Pero esta vez no fue solo un despliegue de tecnicismos para entendidos, sino también una puesta en escena diseñada para lo de siempre: no hablar del elefante en la habitación.

Porque mientras en todo el país se comenta el escándalo de los audios que comprometen a funcionarios libertarios en presuntas coimas con laboratorios, el prescindente prefirió mirar al techo y hablar de tasas de interés como si estuviera rindiendo en Económicas.

En un auditorio a oscuras y acompañado por su círculo íntimo, Karina Milei, Luis Caputo y Manuel Adorni, Milei se subió al atril con el manual libertario en mano: cuando la realidad apesta, inventá un enemigo. Y ahí estuvieron, una vez más, los infaltables “kukas”.

Según Milei, la falta de inversiones se explica por la amenaza de que el kirchnerismo vuelva al poder. Nada que ver, claro, con un gobierno salpicado por audios comprometedores, decretos declarados ilegales y una economía que se sostiene con alambre.

El Presidente llegó a niveles de delirio creativo: habló de “orcos”, “sodomitas del capital” y escenarios apocalípticos donde las tasas de interés van al infinito, como si mezclara a El Señor de los Anillos con un mal viaje de matemática financiera. Su lógica es simple: si no entiende la gente, mejor, así no preguntan por qué sus funcionarios aparecen en charlas de WhatsApp arreglando retornos.

Pero la fiesta no terminó en Rosario. De vuelta en su canal preferido, Twitter rebautizado X, Milei se descargó contra el Senado después de que la Cámara Alta le rechazara cinco decretos por amplia mayoría.

Lo llamó “cinismo” y denunció que los senadores “escupen en la cara de los argentinos” por aumentar sus sueldos. Curiosa indignación selectiva: el prescindete puede hacerse el mártir de la austeridad, pero guarda un silencio sepulcral cuando el problema está en su propia tropa.

En la misma línea, Milei se permitió otra de sus frases mesiánicas: “Si la sociedad elige suicidarse, elige suicidarse”. Traducido: si no lo votan a él, es porque el pueblo está loco. Una mezcla de ego sobredimensionado y victimización permanente, que ya se volvió la marca registrada de su gestión.

Así, el prescindente cierra otra semana entre el ridículo y la negación: con un Senado que lo frena, con audios que le explotan en la cara y con un discurso cada vez más desconectado de la realidad. Lo único que crece a tasas estratosféricas no es la economía, como él dice, sino la colección de papelones políticos que acumula su gobierno.

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