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El Indio Solari: «No hay que confiarse con Arabia Saudita»

El Indio Solari fue el mejor técnico que tuvo Arabia Saudita en su historia, con el que llegó a octavos. Conoce la idiosincrasia y cómo entrenan los árabes. Dice que hay que tenerles respeto y jugar con todo ante el primer enfrentamiento que tendrá Argentina en el Mundial.

“Arabia Saudita tiene un buen equipo, no hay que confiarse. Y si bien Argentina es superior, hay que tenerle respeto al rival”, advierte el reconocido director técnico y fundador del club Renato Cesarini, Jorge Raúl Solari, el Indio Solari, quien entrenó a los árabes para el campeonato Mundial de 1994 y logró su mejor desempeño en la historia. “En fútbol puede ganar cualquiera”, subraya sin dudarlo.

A sus 80 años, Solari recuerda con viveza detalles de esos cinco meses que pasó en 1994 entrenando a la selección de Arabia Saudita para competir en el Mundial que se jugó en Estados Unidos, el mismo que para Argentina terminó en desencanto por el dopaje de Maradona.

“Fue una casualidad”, confiesa cuando se le pregunta cómo llegó hasta el seleccionado árabe. Sucedió que el embajador de ese país le pidió al por entonces presidente argentino Carlos Saúl Menem “el mejor entrenador” porque el de su país había renunciado y se avecinaba el Mundial, el primero de su historia además, el primero de los 5 que disputó y en el que mejor le fue de la mano del rosarino, sorprendiendo a más de uno, con un Al-Owairan que fue apodado el Maradona árabe en su momento y que llegó a octavos de final.

Desde presidencia al primero que llamaron fue a Carlos Bilardo, que en ese momento no aceptó y por eso salió el nombre de Jorge Solari en la Casa Rosada. “Me llamaron y me preguntaron si quería ir al Mundial y obvio que dije que sí, y ahí me dijeron que lo haría entrenando a la selección de Arabia Saudita”, rememora Solari, divertido todavía por cómo se sucedieron los acontecimientos que lo llevaron a vivir una aventura increíble.

Rumbo a Arabia

Cuando Solari escuchó el nombre de ese país árabe tuvo que empezar a investigar dónde quedaba (no había internet), cómo jugaban, qué jugadores había y cómo eran las costumbres. En pocos días armó un equipo técnico y se llevó a su hermano Eduardo, a su hijo Jorge y a Luis Fabián Artime como preparador físico rumbo a un país desconocido para intentar ganar un Mundial.

“Llegamos en Ramadán ”, recuerda y estuvimos todo ese primer tiempo (unos 15 días) aislados en el hotel y haciendo ayuno. “Si los árabes no comían nosotros tampoco”, apunta, y agrega que “no fue tan duro porque al atardecer podíamos ingerir algunas frutas”.

Mientras tanto, Solari y su equipo miraban todos los partidos posibles para entender las jugadas de los árabes. A su vez, su hermano Eduardo intentaba memorizar los nombres y las caras de los jugadores. Así, cuando ya pudieron salir a la cancha los dos hermanos saludaron a los jugadores por el nombre y sorprendieron al equipo.

“Mi hermano Eduardo se fue a comprar las túnicas y el día que entramos al comedor, donde estaban todos, lo hicimos vestidos con la prenda tradicional blanca de mangas largas, con un pañuelo y una vincha que lo sostenía en la cabeza y esto despertó el aplauso de todos. Había que entrarles por algún lado”, rememora.

“Poco a poco nos fuimos ganando a los directivos y a los jugadores, pero no venían a entrenar, tenían una disciplina un tanto amateur, no profesional”, cuenta el ex DT desde el predio de Renato Cesarini. “Me decían que les dolía la garganta, o la rodilla y yo les decía que tenían que venir igual a entrenar aunque los llevaran en camilla porque tenían que ver la práctica y lo que hacían los demás jugadores”, relata quien los llevó a la Copa del Mundo.

Para salvar la barrera del idioma Solari tuvo dos traductores. Uno de ellos, que fue el que más entendió de fútbol, fue un libanés que por la guerra en su país se había ido con su familia a Madrid y el chico creció hablando árabe y español. Esa persona fue clave para que se pudiera comunicar con los árabes con precisión.

Además, Solari intentaba aprender y escribía en la tablita que tienen siempre los entrenadores algunas palabras para ir incorporándolas y hablarles a los jugadores en el mismo idioma.

Eso sí, había que respetar las plegarias. A las cinco de la tarde se paraba todo y los árabes se arrodillaban a rezar. Y también tenían otros ritos. “Yo me sumaba porque ellos decían Alá y yo Dios, total es lo mismo porque todo va para arriba”, recuerda señalando el cielo.

Así, día tras día fue logrando un gran equipo. “Trabajamos a destajo porque había poco tiempo y resultó la mejor campaña de Arabia”, reconoce el hombre que dejó la vida en la cancha, tanto es así que hoy vive frente al predio que fundó para formar pibes de todo el país que sueñan con el fútbol profesional.

La vida en la cancha

Desde su casa hasta el predio de Renato, en Alvear, hay pocos metros. Solari los atraviesa a diario, con pasos cortos, chomba y gorro con el nombre del club, pantalones cortos y zapatillas.

Se conoce cada rincón del predio, y a su paso nadie pierde la oportunidad de saludarlo: es una leyenda. Desde los más chicos, hasta los entrenadores, todos detienen su paso para decirle alguna palabra, y él no se queda atrás: levanta la mano y responde con una sonrisa y más de una vez con una indicación: “jugá a un toque” o “corran chicos”, o “tómense un descanso”.

A lo largo de los años vivió de todo: fue jugador, entrenador y técnico. Vivió en distintas ciudades argentinas, en Europa y en Asia. Y con toda esa experiencia acumulada confiesa que todavía tiene mucho que aprender. “El fútbol va cambiando y siempre tenemos que aprender cosas nuevas”, apunta convencido.

Su carrera futbolística empezó en 1960, con la camiseta de Newell’s. Dos años más tarde se fue a vivir a Buenos Aires donde se incorporó al plantel de Vélez Sársfield, y ahí vivió el primer desarraigo. “Yo sé lo que se extraña cuando uno deja su casa”, reconoció en la charla con Ovación. Porque cuando se fue a la capital del país no veía la hora de tomarse el colectivo y estar con sus hermanos jugando al Estanciero en Rosario. “Disfrutábamos mucho de estar juntos”, rememora nostálgico.

Dos años después, en 1964 su destino estuvo en River Plate, y en 1970 jugó para Estudiantes, donde ganó la Copa Libertadores. En el medio fue seleccionado para integrar el plantel albiceleste y participó del Mundial en 1966. Y entre 1971 y 1972 cerró su carrera jugando en México.

A continuación, en 1974 se dedicó a dirigir equipos. Volcó toda su experiencia en armar tácticas y despertar lo mejor de cada jugador. El primer club que dirigió fue en 1974, Rosario Central. Luego lo llamaron otra vez de México y después de Colombia.

En 1978, regresó a Argentina para dirigir el club de sus amores: Renato Cesarini, una persona por quien siente una profunda admiración.

En 1980 dirigió brevemente a Vélez, para volver a Renato en 1981 a 1983. Desde ese año y hasta 1987 fue DT de Newell’s y los dos años posteriores de Independiente, donde ganó el torneo local en 1989. En 1990 se mudó a España para dirigir al CD Tenerife. Pasó también por equipos de Chile, Barcelona, Ecuador y Japón desde donde volvió al país y allí surgió la propuesta de ser el director del seleccionado saudita.

Familia

“No se tienen que perder esas reuniones familiares. Nosotros los domingos íbamos a la casa de la abuela a comer. Ahí es donde se dan los mejores consejos. Ahora está desapareciendo la familia, por eso el club cobra importancia porque se convierte en lugar de reunión y contención”, comenta en la charla con este diario.

La selección

“Argentina tiene chances, es pareja, prolija, pero no es fácil ganar un Mundial. Cada partido es como jugar una final y el peor rival es el que viene”, concluyó Solari.

Messi

“Es un ejemplazo para los jugadores, no sólo como deportista sino también como persona. Nunca se metió en líos de mujeres, tiene una conducta excepcional. Fue extraordinario cuando jugó de 11, gambeteaba y hacía goles. Y fue increíble cuando lo pusieron de 7 y como 10 también lo es. Ahora lo metieron atrás y es el mejor pasador del mundo. Messi es el mejor porque se destacó en todos los puestos donde lo pusieron, jugó bien en todos, pero ahora no corre como antes, no tiene la misma velocidad, pero se destaca haciendo excelentes pases”.

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