Revisitar canciones con la energía del presente
El músico celebra uno de los discos más significativos de su trayectoria en Teatro La Comedia, en un show a beneficio del Refugio Sol de Noche.

Será una ocasión de privilegio: Litto Nebbia celebra los 50 años del álbum Melopea, disco insigne, que recreará de manera íntegra junto a la banda que integran Ariel Minimal (guitarra y canto), Nica Corley (bajo, guitarra y canto) y Tomás Corley (batería y canto). Será este viernes a las 21 en Teatro La Comedia (Mitre 958), y la entrada es un alimento no perecedero a beneficio del Refugio Sol de Noche. “El año pasado hice Muerte en la Catedral, ahora toca Melopea. Son tantos los discos que uno tiene, que se empiezan a cumplir fechas todos los años”, comenta Litto Nebbia a Rosario/12.
“Más allá de que alguno haya sido más exitoso o no, son todos discos parejos, anduvieron muy bien en su momento. No solamente eso, sino que siempre los hemos tenido reeditados. Son venden siempre, sin estar a la moda ni nada por el estilo, sin que uno les haga promoción lateral. Ahora, por ejemplo, a Melopea lo sacaron en España. Y tener que hacerlo es algo que me entusiasma. Como en la mayoría de los álbumes, siempre pasa que una o dos canciones son las que se hacen más populares; pero al resto de los temas no los toca nadie, no los pasan por la radio, ni yo mismo los toco. Hay temas que son muy lindos, y no los toqué nunca más en mi vida. En Melopea hay unos cuantos así, y es gracioso, porque si bien me los acuerdo, no recuerdo todos los acordes y las armonías, que son un quilombo. Tengo que ir a la partitura, a las carpetas que tengo con cosas históricas y archivos. A veces me sorprendo con algunos temas, ¡qué locura que en esa época uno escribía esto y mucha gente te seguía con ese material! Hoy en día, cuando parece que está todo más avanzado y hay más posibilidades, sin embargo el tema de la música está más restringido. Vos tocás algo así y parece música marciana”, continúa.
-Estoy seguro de que eso es una satisfacción personal.
-No te olvides que son canciones que escribí a los 24, 25 años, y me doy cuenta de que resisten el paso del tiempo. Digo eso porque a veces hay música que suele quedar demodé, y esto no pasa -lo digo modestamente- con la música que escribo. No pasa porque está centrada en mi estilo personal, en el tipo de melodías que yo hago, en cómo toco el piano, la viola o cómo canto. No hay nada que en su momento haya sido hecho a la moda, y entonces no interfieren, por más que pasen 50 o 100 años. Son canciones, música, que toco ahora con otros músicos, y algunos ni habían nacido cuando yo escribí esto. Las toco con gran entusiasmo, y para nada trato de hacerlas idénticas; eso del cover no me va, no creo en eso. A las canciones clásicas hay que respetarlas en cuanto a su armonía, su línea melódica, su texto completo, pero después, al volverlas a tocar luego de tanto tiempo, con otro audio, otros instrumentos, otros músicos, en otro lugar, hay que dejarles porosidad para que suenen. Lo que hay que hacer es recordarlas, pero con la intensidad y con la energía que tenés hoy. Ya lo tocamos dos veces y la verdad que salió bárbaro, me gusta. Y vamos a ver si a alguna la grabamos para después, como hago siempre, y en otro disco agregar partes en vivo; como hice con Muerte en la Catedral.
-En su momento, Melopea generó ciertas molestias entre los ortodoxos del rock, ¿no?; y coincidió en su año con otros grandes discos: Pequeñas anécdotas de Sui Géneris, el primero de Invisible…
-Había mucho de eso, de roquero ortodoxo; como en todos los géneros. Pero bueno, cada uno hace lo suyo. En ese sentido, siempre he sido y soy muy cabeza dura con lo que saco, porque además, lo que toco, cómo lo grabo y con quién, es lo que doy en ese momento, y lo estoy haciendo al mango de mis posibilidades. Yo estoy contento con esa manera de abordar esto, porque cuando pasa el tiempo, y lo escuchás hoy, es un sonido que no es ni rock, no es jazz, no es nada, y es superoriginal. En esa época había mucho de eso, vos mencionabas los discos de Invisible, de Sui Géneris, cada uno de esos músicos también siguieron haciendo otro sonido, pero lo bueno es que en muchos de ellos, como en nosotros, permaneció el estilo compositivo.
-La relación creativa y afectiva con Mirtha Defilpo, ocupa un lugar nodal.
-Sí, especialmente en Melopea, y en dos o tres que siguen. Cuando comenzamos a hacer unas canciones, le pedí unas poesías, porque ella escribía muy bien, una poesía más clásica y distinta a la de mis letras, que son más biográficas, más urbanas. Me pasó un par y fueron las dos canciones que aparecen con su letra en Muerte en la Catedral: “La operación es simple” y “Mendigo de la luna”; a mí me encantó cómo quedaron y seguimos haciendo otras. Durante esos años, con texto de ella y yo musicalizando, escribimos aproximadamente 60 canciones; todas distribuidas en discos con ese mismo trío (Jorge González en bajo y Néstor Astarita en batería), hasta que me voy para el exilio a México, luego del Mundial del 78. En Melopea hay ocho temas muy buenos, muy lindos. Algunas de estas composiciones, hechas de esta manera, en ciertos sectores era rechazados; por un lado, aunque no se dijera abiertamente, porque si eras rockero, ¿qué hacías escribiendo con una mujer? Y también porque no era el tipo de poesía al que estuviera habituado todo el mundo; pero bueno, nadie entendía todas las letras de Spinetta, pero sí gustaba lo que hacía, por su artística personal. Más allá de la aceptación que pudo haber tenido en su momento, abrió frentes para que sigan apareciendo otras cosas. El rock argentino ha sido siempre elogiado por cómo ha sido escrito y abordado. Es la única forma de canción popular, dentro del rock castellano, hispano parlante, que es realmente original, que tiene datos de la idiosincrasia nuestra. El resto de los otros lugares, donde se canta rock en español, la canción sigue siendo muy parecida a cosas norteamericanas, inglesas o europeas.
-Destaco el vínculo que tenés con músicos de nuevas generaciones.
-Es bueno encontrar gente con la que seguir tocando en afinidad. ¿Por qué digo en afinidad? Porque el tema de tocar no es encontrarme con tipos que pueden rendir técnicamente, hay músicos buenos en todo el mundo, el tema es tocar con gente que late con lo que vos escribís, que le guste la propuesta, y que a vos te guste lo que hacen ellos. No importa la edad que tengan, sino que tengamos gustos compartidos. En este cuarteto con el que toco, hay dos hermanos que son de Los Reyes del Falsete, de 30 años, muy jóvenes. Tienen conocimiento de la música del ‘60, pero por ánimo de ellos. Me pasa también con el violero, Ariel Minimal, es un músico súper, puede tocar cualquier género, tiene su propia banda, Pez, con su estilo personal, pero también le gusta lo que hago yo y así nos conocimos. Podés tocar con otro tipo de gente, pero justamente porque no estás esclavizado; cuando alguien dice: “Qué onda estás haciendo?”, yo tiemblo. Toco la música que escribo, y la música tiene mi sello personal, pero con el cambio normal cronológico de las nuevas cosas que voy encontrando, creando, pensando, fusionando, a través de los años.