“La economía argentina está en una trampa compleja”, sintetiza el reciente informe publicado por el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate). El estudio traza una radiografía sobre la actualidad económica de la Argentina, analizando cómo la caída de los salarios en la última década se tradujo en una transferencia de ingresos que incrementó los excedentes del sector privado, poniendo el foco en tres sectores estratégicos: financiero, energético y agroexportador. El relevamiento, que incursiona en balances contables, declaraciones juradas y reportes oficiales, discute con datos una de las principales premisas del gobierno: que para salir de la crisis hay que ordenar la macroeconomía. “Ordenar la macro no es otra cosa que un eufemismo de bajar salarios a través de la reducción del gasto público y de la elevación del tipo de cambio y las tarifas. En este sentido es parte del problema y no de la solución”, señalaron desde el organismo.

El Mate es una cooperativa de trabajo conformada por investigadores, investigadoras y docentes rosarinos, que desde hace años estudian el comportamiento de los actores económicos de la Argentina. Sus informes son de alcance nacional y suelen tener repercusión en los principales medios del país. Su último trabajo, titulado “El poder económico y la frágil economía de los bajos salarios. Tres análisis sectoriales para comprender la Argentina actual”, será presentado este martes desde las 19 horas en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

El estudio fue realizado por Lavih Abraham, Diego Kofman, Marco Kofman, Natalia Pérez Barreda y Sergio Arelovich. Los investigadores abordan los cambios en la distribución de los recursos que se dieron entre 2015 y 2024, donde la caída de los salarios reales produjo una transferencia de ingresos al sector privado estimada en 290.000 millones de dólares. “Ese monto es el valor perdido por el salario que engrosó la ganancia empresarial desde diciembre de 2015”, explican y agregan: “El sector privado logró dolarizar una parte importante de la ganancia adicional obtenida en este período. Como contracara se observa un fuerte crecimiento del endeudamiento externo del país, tanto del sector público como del propio sector privado”.

“El informe plantea un análisis de la economía nacional con datos empíricos que son poco trabajados, como el balance de grandes empresas, que cubren una década de tres sectores diferentes como el financiero, el energético y el agroexportador”, explicó Abraham, en diálogo con Rosario/12.

Según apunta, esa es una característica saliente del relevamiento: “Es un trabajo con datos. Aparte de los balances trabajamos con estadísticas tributarias, que son estadísticas de la AFIP, que hacen énfasis en las ganancias. Son datos pocos trabajados, que nos permiten hacer una lectura de las problemáticas de la economía nacional y llegar a la conclusión de la fragilidad sistémica que vemos”.

En el análisis, el economista plantea que la raíz de esa fragilidad se encuentra en un esquema de bajos salarios y ganancias excesivas de los sectores de poder en los últimos años: “Los salarios argentinos perdieron un rol clave de demanda y las ganancias se volcaron a la búsqueda de dólares. Es en esta búsqueda permanente de divisas se genera esta fragilidad”.

Para Abraham, la “necesidad permanente” de dólares por parte de la economía argentina encontró dos formas de conducirse: o bien la imposibilidad de comprar dólares, o la habilitación de dólares vía endeudamiento externo: “Durante los gobiernos peronistas se pusieron trabas a la compra, mientras que durante los gobiernos liberales lo que hubo es un enorme endeudamiento externo con la intención de abastecer todo el tiempo de dólares a una economía argentina que se mueve a ese pulso”.

Los beneficiados

Para los investigadores, el marco de fragilidad externa de la economía representó “una especial oportunidad” para los negocios del sector financiero, energético y agroexportador. 

Un dato que se desprende del informe es que, durante el período analizado, los bancos tuvieron más ganancias en los años de mayor inestabilidad. “El incremento de la deuda del Banco Central que mantuvo fronteras adentro una parte del excedente de liquidez implicó un negocio seguro en un clima inestable. El respirador artificial de una economía en terapia intensiva determinó un incremento notable de la ganancia y de la rentabilidad”, se explica. Según el informe, el sector logró apropiarse del 50% del valor agregado por los trabajadores del sector, unos diez puntos más que la década anterior.

En el caso del sector energético, aparecen los “onerosos estímulos y transferencias estatales primero”, que luego se completó con la internacionalización de sus precios. En ese marco, desde Mate entienden que el Estado “se desentendió de la disputa por la apropiación de renta petrolera” y pasó de apropiarse del 21% del valor agregado sectorial, a quedarse con el 13%. “La totalidad de esta pérdida estatal fue apropiada por las compañías energéticas”, apuntan.

Con el sector agroexportador aparecen algunas particularidades. Por un lado, que se trata de un sector muy concentrado: apenas 8 empresas realizan el 95% de las exportaciones de harinas de soja, el 93% de las de aceite y el 72% de la de granos. Por otro lado, que buena parte de esas empresas están situadas en el gran Rosario. Renova, Cofco, Cargil, Molinos Río del Plata, entre otras. A las empresas del sector le apuntan la realización del comercio intrafirma: el 86% de las exportaciones y el 81% de las importaciones se hacen entre empresas de un mismo grupo económico. “La sub facturación de las primeras y la sobre facturación de las segundas son la norma en el sector”, remarcan.

A su vez, el relevamiento da cuenta de que las ganancias se dan en un contexto de “baja inversión” por parte de las corporaciones del sector, que manejan una gran cuota de poder en la economía: “En los últimos años las exportaciones del complejo oleaginoso y cerealero representaron la mitad del total exportado por el país. Por la fragilidad del frente externo de la economía nacional, el poder relativo de los grupos económicos de la actividad es enorme. Desde 2022, a través de la no liquidación de la cosecha, el sector presionó al gobierno y logró un conjunto de medidas que lo beneficiaron y le permitieron obtener mejores resultados”.

Bajos salarios

Desde Mate sitúan el inicio del actual escenario en 2015, cuando el gobierno de Mauricio Macri impuso “un fuerte cambio distributivo” junto a una incentivación a la fuga de excedentes. Con el gobierno Alberto Fernández se sostuvo “una estrategia de supervivencia”, donde la relativa estabilidad económica se pagó “con la cesión de soberanía y renta en favor de los sectores dominantes”.

La gestión de Javier Milei profundizó el problema al generar una nueva transferencia regresiva de ingresos: “En esta situación cualquier tipo de estabilidad solo puede ser coyuntural ya que requiere cada vez más dólares para sostenerse en el tiempo”.

En ese marco, la lectura del organismo es tajante: cuando se acaben los dólares, la estabilidad se termina. “Para salir de esto hay que ordenar la macro, se dice y repite. Pero ordenar la macro no es otra cosa que un eufemismo de bajar salarios a través de la reducción del gasto público y de la elevación del tipo de cambio y las tarifas. De modo que querer ordenar la macro en este sentido es parte del problema y no de la solución”, señalan. Por eso, apuntan que la economía argentina está en una trampa compleja: mientras que el contexto no parece el óptimo para disputar una mejor distribución del ingreso, la salida es mejorando los ingresos de la población.

“Más temprano que tarde el campo popular tendrá la responsabilidad de conducir políticamente otra vez el Estado Nacional. La audacia política, intelectual y militante deberá entonces operar como principio rector de una política económica atada a un proyecto político que sí dispute poder con las corporaciones para conseguir que la economía tome un sendero diferente en el que la estabilidad se consiga con mejores salarios y jubilaciones, y no que haya que pagarla con incrementos de pobreza y renuncias de soberanía económica”, apuntan dentro de las conclusiones.