Rosario

Pequeños grandes sueños: un grupo de vecinos trabaja para recuperar un club en zona sur

Las canchas del club Juan Pablo II quedaron abandonadas y se convirtieron en un basural, ahora buscan convertirlas en un espacio para infancias y adolescencias

 

La foto tiene unos diez años: un grupo de pibes, vestidos con camisetas amarillas y blancas, levanta la copa del campeonato de la Asociación Rosarina Deportiva y Turismo Infantil (Ardyti); los chicos sonríen abrazados en el centro de la cancha de césped, verdísima, mirados con orgullo por sus profesores. El presente del club Juan Pablo II, de la zona sur de Rosario, tiene poco de ese brillo: la institución quedó abandonada y reducida a un baldío de pastos altísimos, lleno de desperdicios. Pero un grupo de vecinos está empecinado en cambiarle la cara.

«Queremos que el club vuelva a ser un lugar de reunión para los chicos y los jóvenes del barrio», dice Cristina Peralta, una de las mujeres que, junto a sus hijos, está al frente del grupo de unas 15 personas que tres días a la semana se junta en el predio de Belgrano e Isola, a metros de Uriburu y Circunvalación, para desmalezar, cortar el césped y despejar de basura las dos canchas de siete del club.

El predio tiene toda una historia en su haber. Fue un reconocido semillero de fútbol y un espacio de contención de niños y jóvenes de la zona surUbicado estratégicamente en medio del populoso complejo de viviendas sociales conocido como Parque del Mercado, en el lugar practicaron por primera vez varios jugadores de NOB y Central, entre ellos, Joel López.

Pero en los últimos dos años, aseguran los vecinos, el club quedó abandonado a su suerte. Y las canchas se convirtieron en un yuyal, los vestuarios fueron saqueados y todo el predio se convirtió en un depósito de desperdicios. Un lugar que los vecinos consideran peligroso, sobre todo después de un invierno de 2022, cuando dos mujeres perdieron su vida. Virginia Ferreyra, una profesora de danza, y su mamá quedaron en medio de una inexplicable balacera mientras esperaban el colectivo.

Un club para el barrio

«Este lugar fue un club de deportes muy importante para muchos chicos del barrio y de otros barrios también», cuenta Cristina, quien desde hace 30 años vive a 50 metros del Juan Pablo II. El mayor de sus hijos empezó a jugar al fútbol allí, cuando sólo tenía cuatro años. Hoy ya es mayor de edad y junto a su mamá se puso al hombro la recuperación del club.

Tres veces por semana, emprenden con palas, rastrillos y una sola cortadora de césped la tarea de cortar los yuyos que, cuando entraron, les llegaban a la altura de la cintura. Sueñan con sumar un espacio para el barrio, no sólo para la práctica de deportes sino también para realizar talleres de capacitación laboral para jóvenes.

El club Juan Pablo II podría andar el mismo camino de otros clubes de los barrios de Rosario a los que sus vecinos decidieron rescatar del olvido, como el club Federal, del barrio La República, Villa Urquiza, en La Paz y Larrea, o el club 6 de Febrero, de Italia y Casablanca, entre muchos otros.

>>Leer más: Tarea de titanes: vecinos recuperaron un club de la zona sur de Rosario

«Los vecinos no sabemos qué pasó en el club, por qué quedó vacío y abandonado. Pero estamos buscando un lugar para hacer actividades con los chicos y se nos ocurrió que ese podía ser un buen espacio«, comenta Cristina. Entonces, se acercaron al cuidador del predio y le pidieron permiso para empezar a trabajar.

Consiguieron palas, carretillas, rastrillos y una cortadora de césped y, en el tiempo libre que les dejan sus actividades habituales, empezaron a limpiar el lugar. El próximo paso es juntar toda la basura que encontraron a su paso y poder ingresar a los vestuarios para reconstruirlos.

Canchas con historia

«Juan Pablo II siempre estuvo abierto para los vecinos», recuerda Daniel Chai, profesor de educación física y uno de los mentores de la recuperación del lugar. El docente se mudó a las viviendas de Parque del Mercado apenas las entregaron, a mediados de los 80, cuando aún no había cumplido los 8 años. «Ahí empecé a practicar en el club, o nos juntábamos a la tarde a jugar con los vecinos. Alquilábamos las canchas hasta de noche«, dice.

El club se fue poblando a medida que las viviendas Fonavi del Parque del Mercado se fueron llenando de familias. Antes de eso, en la manzana de Belgrano e Isola funcionaba una huesería, donde el frigorífico de Gutiérrez y Teniente Sánchez tercerizaba la fabricación de harina de huesos. «Cuando se empezaron a habitar los edificios, el lugar quedó abandonado, entonces en esos terrenos se levantó el club», cuenta Chai.

La institución se fundó en julio del 87, a pocos meses de que el Papa Juan Pablo Segundo llegara a la ciudad de Rosario, quien con su mediación había contribuido a que Argentina y Chile sellaran en paz el conflicto limítrofe que mantenían por el canal de Beagle. Por eso, y porque el recuerdo de la presencia del carismático líder de la Iglesia Católica aún era cercano, el club tomó su nombre.

La actividad se mantuvo en forma constante desde entonces. «Hubo distintas comisiones directivas que lo pudieron sostener y creo que no hubo un vecino del barrio que no haya jugado alguna vez en sus canchas. Sin embargo, hace casi dos años que quedó abandonado y estamos tratando de reactivarlos y recuperarlo para los pibes», dice el docente y señala que el gran desafío no es sólo acondicionar los espacios físicos, sino armar una comisión directiva y regularizar la personería jurídica «para que el club se pueda sostener y los chicos del barrio puedan acceder a su derecho a un espacio deportivo y de esparcimiento».

>>Leer más: Se cumplen 25 años de la histórica visita de Juan Pablo II a Rosario

Volver, con todos

Mariela Piedra vivió toda su vida a unas seis cuadras del club. Y desde el año pasado empezó a pensar en darle vida al lugar. «El club está muy deteriorado, del baño y el vestuario no quedó prácticamente nada. Cuando terminemos de recuperar el lugar pensamos sumarle una copa de leche y cursos de capacitación para los chicos del barrio: barbería, electricidad domiciliara, barbería. Hay vecinos que conocen esos oficios y están dispuestos a compartirlos», se entusiasma. También se pensó que el espacio pueda albergar una feria.

Pero, señala, el trabajo que queda por hacer aún es mucho. Y les falta de todo, herramientas, elementos de construcción y pintura, entre otras cosas. Quienes quieran colaborar pueden comunicarse al 341-3561558.

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