Lo anunció en el Congreso. El PJ dialoguista criticó el DNU, pero si no se une a los K, Macri lo aplicará sin problemas.
Cambiemos logró dictamen de mayoría del megadecreto de «desburocratización y simplificación» del Estado, pero anunció que debatirá tres leyes con su mismo contenido para excusar a la oposición más dialoguista de eliminarlo en el recinto.
Si lo logra, todo seguirá igual: un DNU sólo puede anularse si ambas Cámaras votan en contra y mientras eso no ocurre el presidente lo aplica sin problemas, como si fuera una ley.
Es lo que ya hace con el 27/18, que reformó más de 100 normas y eliminó otras 20, con medidas varias como la habilitación de camiones con dos acoplados, la apropiación de tierras del ejército, menos plazo para publicar licitaciones de hasta 100 millones de pesos, cambios normativos en el Senasa, la posibilidad de embargar sueldos y de crear fideicomisos con Anses. Todo en uno.
«Empezarán a discutirse en Diputados tres proyectos de ley con exactamente el mismo contenido», prometió el senador radical Luis Naidenoff, ni bien fue elegido presidente de la bicameral de trámite legislativo, a cargo de debatir los decretos presidenciales.
Como explicó LPO, una jugada de Monzó le permitió a Cambiemos quedarse con la mitad de los miembros y con ese poder impuso a Naidenoff al frente y aseguró el control de la agenda y los dictámenes de mayoría.
La oposición aceptó al formoseño como presidente (le tocaba por rotación a un senador) pero sorprendió al proclamar como vice al diputado camporista Marcos Cleri con la garantía de que lo releve en 2019, justo en un año electoral.
Al mediodía, senadores y diputados kirchneristas habían anunciado, en conferencia de prensa, que las leyes parche no los conmoverían y mantendrían el plan de buscar unidad opositora y anular el DNU. «Estamos hablando con todos, es un muy mal antecedente», insistió Agustín Rossi.
Pero la variantes peronistas vinculadas a los gobernadores (interbloque federal de Diputados y Justicialista en el Senado) tuvieron otra actitud: festejaron los proyectos de ley y, aunque criticaron el decreto, no se mostraron interesados en juntarse con sus ex compañeros para borrarlo de un plumazo. Alcanzaría con el aporte de todos los que lo rechazaron públicamente.
«Celebro el anuncio del Gobierno. Pero estas tres leyes demuestran que no era necesario el DNU. Nos vamos a comprometer a tratarlas, porque era el camino correcto», anunció Pablo Kosiner, diputado y jefe del interbloque federal.
«Este DNU es una agenda anual del Congreso. Hay una realidad: si convalidamos este criterio de que cualquier cosa puede ir por DNU, se altera el principio de mayorías y minorías», agregó.
«No tiene sentido lo que estamos haciendo. El anuncio invalida este tratamiento», se molestó el senador Daniel Lovera, del Partido Justicialista y oriundo de la CGT de La Pampa.
El diputado Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda, que no es parte de la bicameral, pidió la palabra y le recordó que estaban equivocado, porque mientras la oposición no mueva las fichas en conjunto Macri gobernará por decreto a gusto.
«Esto me hace acordar a la reforma previsional, que se votó con la complicidad de un sector de la oposición», chicaneó el ex candidato presidencial, sin la furia de diciembre.
La reunión fue en el Salón Illía del Senado, duró cinco horas y la tensión nunca pasó a mayores. Mantuvo la cordura habitual de la Cámara alta, donde los gritos y los aplausos no son bienvenidos.
Naidenoff hizo uso de la mayoría para acortar el debate: propuso debatir sólo si era «necesario y urgente» el decreto y no su heterogéneo contenido, como fue habitual en los últimos años, cuando el kirchnerismo traía exposiciones e invitados a cuestionar a Macri.
Lo respaldaron únicamente sus pares y desempató. Ni siquiera lo ayudó la senadora salteña Cristina Fiore Viñuales, que Cambiemos creía tener de aliada y pugnó para que reemplazara a Rodríguez Saá.
Tonelli vs. Sagasti
Con las cartas echadas, el duelo de la tarde lo protagonizaron el diputado macrista Luis Tonelli y la senadora kirchnerista Anabel Fernández Sagasti, la batalladora elegida por Cristina para temas jurídicos, cuyo latiguillo fue «voy a debatir todo», a tono con la furia habitual de su jefa.
Tonelli apeló al archivo para justificar que Macri no use el Congreso: recordó que en 2006, cuando la bicameral abrió por primera vez, legisladores kirchneristas como Jorge Capitanich avalaron decretos presidenciales por cualquier circunstancia y en cualquier momento del año.
«No entiendo porque vamos a cambiar de criterio cuando hay otro presidente», se preguntó. «No puedo creer el contorsionismo del diputado», se indignó la mendocina y fotocopia en mano le recriminó haber dicho en una entrevista que el DNU era imposible de tratar como ley «porque pasaría por muchas comisiones».
«Cuando presenten los proyectos de ley que anunciaron, quizás el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES ya esté en manos de una offshore», ironizó. «¿Será como los offshore creadas para sacar los fondos de Santa Cruz?», respondió un ofuscado Tonelli.
El diputado mendocino José Luis Ramón, del Partido Intransigente y aliado de Martín Losuteau, sacó chapa de su experiencia en la defensa de consumidores y reprobó el artículo que le quita a las empresas de servicios púbicos la obligación de emitir facturas a papel. «¿A quién están defendiendo?», desafió.
Lovera repudio la reducción de las multas a empleadores en negro y la senadora radical Silvia Giacoppo defendió las facilidades para vender obras de arte y pasarlas por la frontera. La cruzó con su par de Formosa María Teresa González (PJ).
Fernando Iglesias tuvo que mantener silencio casi toda la tarde y descargó su verborragia habitual recién cuando la reunión entraba en su etapa final, con un racconto de decretos kirchneristas.
Máximo Kirchner fue uno de los últimos en exponer y habló de economía, con pronósticos agoreros sobre los créditos hipotecarios UVAs y los coletazos del derrumbe del Dow Jones. Los dictámenes recién se presentarán mañana y el Gobierno tendrá el de mayoría para tratarlo primero si llega al recinto. Prefiere no correr ese riesgo.