Elisa Carrió dedicó su primera semana de trabajo en 2018 a declararle la guerra a Germán Garavano por haber promovido el sobreseimiento de los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia en el juicio por encubrimiento del atentado a la AMIA.
Empezó con un duro comunicado de la Coalición Cívica contra el ministro y siguió en el Congreso, donde negocia una defensa corporativa de la UCR a Mario Cimadevilla, titular de la UFI Amia.
Los abogados enviados por Cimadevilla habían pedido 8 años de prisión para Mullen y Barbaccia, pero Garavano promovió el sobreseimiento, representado en el abogado José Console, secretario de la Comisión de Disciplina de Boca y cercano al presidente del club Daniel Angelici, operador judicial de Macri.
El alineamiento de Garavano con Angelici terminó de enfurecer a Carrió que ahora está dispuesta a ir por la cabeza del ministro y se lo dejó bien claro a Mario Negri y otros diputados radicales que vio en el Congreso.
Les propuso hacer pasear a Cimadevilla por los despachos y resistir el ninguneo de Garavano, quien ya sufrió maltrato de legisladores por sus rencillas con el chubutense.
Fue el año pasado, cuando los senadores de todas las fuerzas políticas le reprocharon no tomar posición sobre el proyecto de ley para aplicar un juicio en ausencia a los iraníes acusados de volar la AMIA.
Pronto se supo que no toda la comunidad judía estaba de acuerdo y el ministro prefería dejarlo pasar. Pero no había sido tan claro con el jefe de la Unidad AMIA.
La interna de Carrió con Angelici ayer tuvo otro rebote de impacto profundo en el gobierno de Macri. El presidente de Boca sufrió el despido intempestivo de su cuñado de la AFIP, por supuestas amenazas de muerte al jefe.
No es la primera vez que el jefe de la AFIP le pega cerca a aliados del presidente. Lo hizo cuando abrió una investigaciones por supuesto fraude a la ley de promoción del software del portal MercadoLibre del empresario Marcos Galperin, exhibido por Macri como su modelo de empresario.
Luego de esa investigación el presidente visitó las oficinas de Galperín para dejar claro de que lado estaban sus preferencias y luego su empresa fue beneficiada con un negocio de la SUBE.
Alberto Abad, jefe de los recaudadores, es uno de los funcionarios de mejor llegada a la chaqueña. Hablan muy seguido.
Lilita sabe además que Angelici es radical y puede sellar la paz con su partido si no se mueve rápido. Por eso está inquieta.