Dibujando números: Milei y Caputo falsificaron el resultado de un blanqueo de 22 mil millones de dólares que no existe

Como si de una película de ciencia ficción se tratara, el presidente Javier Milei, el ministro de Economía, Luis Caputo, y el titular del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili montaron un espectacular show financiero con el famoso blanqueo de capitales.
Anunciaron con bombos y platillos que habían ingresado 22 mil millones de dólares, pero la realidad fue mucho menos gloriosa: el monto real apenas superó la mitad de esa cifra.
Nada sorprendente si recordamos que Milei puso en el Ministerio de Economía a Caputo, a quien antes había acusado de “fumarse” 15 mil millones de dólares como presidente del BCRA, y a su compinche Bausili al frente de la misma institución. Un dúo salido del corazón de Wall Street, curtido en JP Morgan y Deutsche Bank, como si la independencia del BCRA fuera solo un mito urbano.
La dupla Caputo-Bausili no es precisamente nueva en esto de jugar con la economía nacional. Ya lo habían hecho durante la era Macri, endeudando al país a ritmos frenéticos con préstamos cortoplacistas y garantías desproporcionadas.
Ahora, reviven viejas técnicas, pero con un toque más audaz: enviaron el oro argentino a Londres, ese entrañable socio con quien seguimos disputando Malvinas. Como si eso fuera poco, reintrodujeron al FMI en escena con un préstamo de 45 mil millones de dólares, dejando claro que si algo saben hacer, es vaciar las arcas nacionales con estilo.
Ante la falta de respaldo externo para sus planes de dolarización, Milei y Caputo optaron por la solución más creativa: devaluar el peso un 110%, dejar que los precios se disparen sin control y luego usar el tipo de cambio oficial como muleta antiinflacionaria.
El clásico truco de siempre, disfrazado de novedad. Eso sí, la inflación bajó, aunque la economía quedó en ruinas. ¿Resultado? Pan para hoy, hambre para mañana. Pero tranquilos, que ya están hablando de una “dolarización endógena”, una versión forzada de que los argentinos saquen los dólares de sus escondites para salvar la patria.
Y como si todo esto fuera poco, lanzaron el RIGI en la Ley Bases, garantizando a las grandes inversiones extranjeras que podrán llevarse sus ganancias sin pasar por la aduana argentina durante casi 30 años.
Prácticamente una invitación formal al saqueo. Todo esto, claro, bajo la excusa de fomentar la inversión. Mientras tanto, la soberanía económica se esfuma, pero ¿quién necesita patria cuando hay negocios que atender?
Para coronar el desastre, emitieron el DNU 274 que ajustó la movilidad jubilatoria. Argumentaron que era para proteger a los jubilados, pero en realidad fue para mantenerlos bien hundidos y garantizar el famoso déficit cero.
Más de siete millones de jubilados sacrificados en el altar del ajuste. Todo esto, claro, con la frialdad de quienes creen que la motosierra es un símbolo de gestión y no de destrucción.