Francisco celebró una misa en Temuco junto a grupos de mapuches y brindó un mensaje de rechazo a la violencia. También recordó a los que sufrieron y murieron por la dictadura de Pinochet.
En su tercer día en Chile, el papa Francisco celebró la “Misa de la integración de los pueblos» en Temuco, junto a grupos mapuches argentinos y chilenos, con un mensaje de unidad y reconciliación. El pontífice instó a la “defensa de todas las culturas indígenas” y destacó la necesidad de que cada pueblo aporte sus riquezas y deje de lado «la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores». «Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias», señaló Francisco durante su homilía en el aeródromo de Maquehue.
El Papa buscó acercar posiciones en el conflicto de los indígenas mapuches por la reivindicación de tierras. «La defensa de la cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro», fue el mensaje que lanzó junto a sacerdotes y referentes mapuches, después de exhortarlos a buscar «el camino de la no violencia activa, como un estilo de política para la paz».
Durante la ceremonia, en las que pronunció algunas frases en mapundungun, lengua mapuche, Franciscó remarcó que «la unidad no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizadora» y añadió que «la riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás». Por eso pidió «auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias en los talleres de los poblados, de los caminos, de las plazas y paisajes»,
Ante miles de personas, agradeció poder haber visitado la Araucanía, alabó su belleza y saludó «de manera especial a los miembros del pueblo mapuche, así como también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes como los rapanui (de la Isla de Pascua), aymara, quechua y atacameños, y tantos otros». Utilizando un verso de la canción de Violeta Parra,señaló: «Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar».
Maquehue, que se levanta en un terreno que es una base aérea, también fue durante la dictadura de Augusto Pinochet un centro de torturas. El Papa lo recordó durante su homilía al recordar que allí «tuvieron lugar graves violaciones a los derechos humanos».