A pesar de los anuncios oficiales Cresta Roja nunca volvió a normalizar sus actividades y debe millones a sus proveedores. En la última semana no hubo faena y se perdieron miles de pollos. Los trabajadores culpan a Vidal y Macri.
Cresta Roja, uno de los emblemas de la reactivación macrista, está a un paso del cierre. Desde octubre de 2016, la compañía se encuentra bajo control de Proteinsa SA, integrada por Ovoprot, Tanacorsa y Grupo Laclau, si bien este consorcio había comenzado a manejarla desde antes, tras la quiebra de Rasic Hermanos, pero en la práctica las cosas no cambiaron gran cosas.
En abril de ese año, Mauricio Macri visitó junto a la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, la planta industrial, que recién había reactivado su producción. Frente al micrófono, el Presidente afirmaba que el hecho de que “Cresta Roja esté funcionando tiene que ver con esta nueva etapa de la Argentina”.
Incluso, la gobernadora destacó durante la reapertura que la compañía era un “símbolo de que sí se puede”. En su momento, la sociedad llegó a desembolsar unos u$s121 millones para salvar la operación y volver a poner en marcha a la empresa. Sin embargo, desde ese acto a esta parte, las cosas cambiaron.
Si bien Proteinsa SA debutó con el acompañamiento del Gobierno, la firma incumplió el grueso de las promesas elevadas al momento de hacerse cargo formalmente de Cresta Roja.
La empresa dejó fuera del proceso de reincorporación al 30% de los operarios de la ex Rasic, por lo que hoy se encuentra muy lejos de alcanzar los 3.500 puestos de trabajo comprometidos al momento del “salvataje”.
Encima la compañía hoy está casi paralizada, abona los sueldos en forma fraccionada y tiene dificultades para afrontar los compromisos con sus proveedores.
“Las plantas de trabajo están paralizadas, se cortó la cadena productiva por falta de alimento”, confirmó a IProfesional Darío Ruíz, uno de los delegados sindicales en la compañía.
“En la última semana no hubo faena. No es que estuvimos de paro, sino que la propia empresa no tiene aves para faenar”, añadió, además de denunciar demoras en el pago de sueldos.
Prueba de al delicada situación económica es que la compañía cerró 2017 con cheques rechazados por un monto cercano a los $450 millones, según datos del Banco Central (BCRA).
“El desmadre es tal que ni siquiera les están entrando granos a los molinos que abastecen a las granjas. Todo el ciclo productivo se ha deteriorado. La compañía nunca logró una recuperación plena tras los anuncios del Gobierno y quienes se hicieron cargo de Cresta Roja no han hecho más que achicar la dotación de personal y acumular deudas con cheques sin fondos”, explicó una fuente cercana a la compañía.
Hay una decisión de reducir la operación, de tener la menor estructura posible. Por el momento, no creemos que la empresa vaya a cerrar. Lo que sí está claro es que quienes tomaron el control lo hicieron con la idea de acotar el número de empleados y sin la intención de devolverle a Cresta Roja el lugar que supo tener en el pasado”, dijeron desde los gremios.