Pablo Riquelme gozaba de libertad condicional tras purgar una pena por robo. Sus vecinos dicen que vendía drogas. Su hijito fue alcanzado por las balas
A Pablo Federico Riquelme lo andaban buscando para matarlo y el miércoles a la noche un sicario en moto lo encontró sentado en una reposera en la puerta de su casa de Presidente Quintana al 3300, en el barrio Alvear. El muchacho, de 27 años, buscaba un respiro sentado en la vereda junto a su concubina y dos de sus hijos: una beba en un cochecito y una nena de 5 años. En el interior de la casa y a un par de metros de la puerta, Jamil, de 3 años, miraba videos en un celular tirado sobre el piso. En un abrir y cerrar de ojos una moto negra tipo enduro con dos hombres con casco se estacionaron decididamente frente a la familia. El acompañante bajó y no le dio tiempo a nada. Vació un cargador de pistola calibre 9 milímetros contra el dueño de casa y erró un sólo disparo, que impactó en la axila derecha de Jamil. Padre e hijo fueron auxiliados por particulares. El hombre murió en el Hospital de Emergencias, y el nene en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela. Hasta ahí la historia que como noticia de último momento contó . Pero detrás de esa noticia hay otra historia, la de una víctima que ya había tenido su momento en las páginas policiales y que transitaba el período de libertad condicional por un robo cometido en julio de 2014 (ver aparte).
«Él era una especie de soldadito, pero el que es peligroso realmente es el suegro, que está preso y maneja todo desde adentro de la cárcel. Puede ser que vendiera droga al menudeo en la casa, pero me parece que además eran pesados por otras cosas», se animó a contar uno de los vecinos. Y agregó: «La tarde del miércoles todo estaba muy alterado en la casa. Hubo mucho movimiento. Era como que se repartían plata, pero no lo hacían con perfil bajo. Lo hacían a los gritos y por celular. «A tal le corresponde tanto, a tal ésto» y así», indicó.
Otro hombre afincado en Presidente Quintana al 3300 refirió que una semana atrás Riquelme había recibido una advertencia a la que no le dio importancia. «Estaba en la casa de la suegra, pasaron y le dispararon. Se ve que ya se la querían poner», indicó el hombre. Incluso, una fuente policial indicó que la casa de Riquelme había sido allanada el año pasado en una causa federal por venta de drogas.
Consternación
«Estábamos en la vereda vigilando a los chicos que jugaban. Porque esta cuadra está llena de pibitos chiquitos que juegan a la pelota en la calle. Ellos (Pablo Riquelme y su concubina) estaban sentados con las reposeras al lado de la puerta de su casa, que estaba abierta. Con ellos estaban la beba en el cochecito y la otra nena de 5 años. Jamil, el nene, estaba en la cocina tirado en el suelo mirando videos en el celu. No hay dudas de que era para él (Riquelme). El que se bajó de la moto fue directamente hacia él. Todos los balazos fueron para él. Pero se ve que cuando le disparaban movió su cuerpo para salirse de la línea de tiro y uno de los balazos le dio a Jamil. Cuando llegamos y vimos a la criatura fue una experiencia que no se la deseo a nadie. Nadie quería tocarlo porque se veía malherido», rememoró una de las vecinas de la cuadra ayer a la mañana.
«Esto que hicieron con el padre y el nenito es obra de gente sin alma ni corazón. Personas que matan si importarles nada. Mataron y se fueron», aportó otra mujer. «Yo vivo en el pasillo y escuché las detonaciones. Mi hijo estaba en la vereda y al escuchar los disparos salió despedido hacia la calle. Yo lo corrí. Cuando llegamos a la vereda (unos 15 metros) vimos lo que pasó. Me acerqué para ayudar y cuando ví al bebe tirado en el piso y con espasmos caí de rodillas. No pude hacer nada por él. La mamá, entre gritos, lo levantó y lo llevó al Hospital de Niños donde murió. Anoche ninguna de las que estuvimos tratando de ayudar pudimos pegar un ojo. La imagen del bebe muerto no me permite dormir», recordó otra vecina de Presidente Quintana al 3300.
A Pablo Riquelme todos lo reconocían por el apodo de «Fede». Era nacido y criado en la cuadra aunque luego de que uno de sus dos hermanos muriera en un accidente se alejó del barrio. Cuando regresó lo hizo con una familia ya formada. Entonces se instaló en la casa en la que lo asesinaron ayer. Una vivienda que ya conocía de muertes violentas. Allí, la noche del jueves 9 de julio de 2009, Olga Herrera, tía de Riquelme, había sido asesinada de cuatro puñaladas por su ex pareja, Pablo Suárez. «Es una vivienda en la que funcionó una carnicería, después un gimnasio y la tía de «Fede» tenía un quiosco. Vivían ahí desde hace alrededor de cinco años, cuando nació la nena mayor», explicó una vecina. Antes «Fede» y su pareja había vivido en Avellaneda al 4000.
Una moto, dos sicarios
Presidente Quintana al 3300, entre Crespo e Iriondo, es una calle poco habituada a las balaceras que se han producidos en sus inmediaciones. En la esquina con Iriondo está la parada de la línea 126 roja y una enorme pintada en rojo y negro muestra a «Maxi» Rodriguez con la casaca de la selección. El mural fue hecho por «La hinchada que nunca abandona», la marca de la barra brava de la familia de Alexis Caminos.
El miércoles, alrededor de las 21.30,, los vecinos buscaban respiro en la vereda tras otra jornada de agobio. Riquelme y su familia no fueron la excepción. Con la puerta de su casa abierta, se sentaron con sus hijos en la vereda. En medio de la pareja estaba el cochecito con una beba mientras la mayor de sus hijas jugaba sola. Jamil, el nene de 3 años, estaba en el interior de la casa. Dos o tres metros puertas adentro.
Lo cierto es que a la hora señalada llegó la moto color negra tipo enduro con los dos hombres utilizando casco. La moto se detuvo. Sin vacilar el acompañante bajó y fue directamente hacia Riquelme, que estaba tirado en la reposera. La andanada de balazos dejó muda a la mujer de Riquelme, quien recibió al menos 15 proyectiles. Para cuando pudo exhalar el primer grito, el sicario ya estaba sobre la moto y su marido yacía en medio de un charco de sangre. Un par de minutos más tarde una de las vecinas que vio todo empezó a preguntarse dónde estaban los nenes. Jamil no salía de la casa. Una de las mujeres lo encontró tendido en el suelo, en la misma posición en la que miraba los videitos en el celular, con un balazo en la axila derecha. En medio del espanto, nadie se animaba a tocarlo. Hasta que la mamá lo tomó en brazos y salió disparada a buscar ayuda.
Cuatro vainas
Oficialmente se indicó que se recolectaron en la escena cuatro vainas servidas y que la madre de Riquelme había informado a la policía que «Fede» había estado detenido en la ex alcaidía de Jefatura hasta hace 3 años. Actualmente, dijo la mujer, firmaba en el Patronato de Liebrados por estar bajo libertad condicional.
A Riquelme lo llevó un vecino al Heca. Tenía impactos en el tórax, los brazos y las piernas. No alcanzó a ingresar al quirófano. Treinta minutos más tarde estaba muerto.
Jamil no corrió con mejor suerte. En brazos de su mamá ingreso al Hospital de Niños. Los médicos trataron de salvarlo, pero no pudieron. El doble crimen es investigado por la fiscal de la Unidad de homicidios Marisol Fabbro, quien no realizó declaraciones a la prensa. Como en la mayoría de los crimenes sucedidos esta semana, alguno de los vecinos indicaron que el homicidio en cuestión era parte de la saga de la familia Funes contra Alexis Caminos y eso significa que la disputa por los territorios para la venta de droga no es un elemento ajeno a la disputa.
Un robo grande y el final de una causa
Pablo «Fede» Riquelme ganó un espacio en las crónicas policiales cuando fue detenido por efectivos del Comando Radioeléctrico junto a dos compinches tras robar un Rapipago de bulevar Seguí y Dorrego la madrugada del 9 de julio de 2014. La gavilla había llegado al local tras realizar un boquete con un martillo neumático en una vivienda que hace las veces de archivo del estudio jurídico del ex ministro de Justicia de la provincia, Héctor Superti. Por ese hecho Riquelme fue condenado a tres años de prisión condicional. Ayer a la mañana debía comparecer en una audiencia en los tribunales solicitada por el fiscal Fernando Dalmau en la que la jueza de garantías Marcela Canavesio debía analizar si correspondía alterar las imposiciones que se le habían impuesto al condenado a la hora de recibir la sentencia.
27 homicidios se registraron en el departamento Rosario en los primeros 39 días del año, cinco más que el año pasado.