No es la falsa pileta lo que jode. De sobras sabemos, a estas alturas, de cómo y cuánto nos imponen agenda. Lo que jode y renueva la indignación hasta el hartazgo es la metáfora del charquito en medio de tanto desastre. Es la eterna carcajada de la oligarquía en nuestra jeta. Es una foto perversa de la fiesta a la que jamás seremos invitadxs.
“Todo es cierto. Todo es real. Nada es falso. Nada de lo que aparece en este show es falso. Sólo está meramente controlado.” – The Truman Show –
No es la falsa pileta lo que jode. De sobras sabemos, a estas alturas, de cómo y cuánto nos imponen agenda. Y que cada vez que caemos en la trampa de sus barbaries en minúsculas, alguna monstruosidad cuidadosamente pergeñada, se filtra por la colectora de este presente para el que hasta el espanto nos va quedando corto.
Claro que se entiende perfectamente el concepto de “Plaza de Agua”, que por cierto no es más que una réplica del ya utilizado en varios países del mundo. En todo caso, habría que hacer un exhaustivo análisis del tipo costo-beneficio para saber si la mega inversión es directa o inversamente proporcional al disfrute ciudadano.
Pero en horas en que un decreto ómnibus nos retrotrae, literal y metafóricamente, a nuestros peores momentos socio-económicos; en que el Mercado se ha impuesto de manera contundente por sobre un Estado vaciado de recursos y despojado de toda intención de defensa popular; en que las garantías constitucionales se han reducido al capricho de dos o tres jueces funcionales al Poder Ejecutivo, al punto de encontrarnos celebrando excarcelaciones de quienes su libertad siquiera debería haber estado en juego; en que, como si los huesos y las respuestas que nos debían por los treinta mil no hubieran sido suficientes, sumamos en menos de dos años casi cien muertes imperdonables y de las más absurdas, sin distinción de género ni uniforme (gendarmes en camino a Jujuy/Santiago Maldonado/Rafael Nahuel/tripulantes del ARA San Juan); en que ciertos medios de comunicación han logrado una hegemonía supina, convirtiéndose en voces únicas de una pseudo-realidad con poder de convencimiento que se refleja asquerosamente en urnas, claro que la falsa pileta es lo que menos jode.
Lo que jode y renueva la indignación hasta el hartazgo es la metáfora del charquitoen medio de tanto desastre. Es la eterna carcajada de la oligarquía en nuestra jeta. Es la grieta en una de sus expresiones más tajantes: un puñado de infames, cuyos álbumes desbordan de postales de descanso en paraísos terrenales, inaugurando con bombos y platillos un rinconcito de chapoteo para nuestras ñatas perpetuamente estrelladas contra sus ostentaciones. Es una foto perversa de la fiesta a la que jamás seremos invitadxs. Y esta espantosa sensación de azonzamiento de un pueblo atrapado en un guion de terror disfrazado de comedia
Adriana Esposito