La preocupación por garantizar la libertad de expresión, la pluralidad de voces y el derecho a la información dejó de ser estatal el 10 de diciembre de 2015. Desde el macrismo no sólo miran callados como desaparecen medios: alientan con políticas públicas, decretos, pautas oficiales y declaraciones, la concentración mediática y el cierre de medios.

Día a día cierran fuentes de trabajo en medios de comunicación privados y públicos. Es una constante desde la llegada de Macri al Gobierno. Miles de trabajadoras y trabajadores de prensa se quedaron en la calle desde diciembre de 2015, lo que genera un deterioro severo en la Democracia, cercenando la libertad de expresión y anulando la pluralidad de voces.

Más allá de los empresarios y lo que hayan hecho o querido hacer con sus medios –lo cual debe ser investigado seriamente, con ajuste a Derecho y sea quien sea el acusado o acusada–, existen redactores, cronistas, correctores, productores, conductores, directores, guionistas, locutores, técnicos, impresores, etcétera, que trabajaron y trabajan con dignidad para ganarse el sustento y también para garantizar el derecho de millones a estar informados. Miles y miles de trabajadores que en este presente se encuentran desamparados y desamparadas, víctimas de la irresponsabilidad de los privados y también del desprecio de quienes controlan el Estado.

La preocupación por garantizar la libertad de expresión, la pluralidad de voces y el derecho a la información dejó de ser estatal el 10 de diciembre de 2015. Desde el macrismo no solo miran callados como desaparecen medios y se silencian opiniones independientes: alientan con políticas públicas, decretos, resoluciones, pautas oficiales y declaraciones la concentración mediática y el cierre de medios o de fuentes de trabajo.

 

Se objetó la distribución de la publicidad oficial durante nuestro Gobierno, la entrega de licencias a cientos de medios audiovisuales, los llamados a concursos de radio y televisión, la asignación de subsidios y capacitaciones a organizaciones comunitarias, pueblos originarios, de frontera, iglesias o escuelas.

No sólo se objetaron esas políticas públicas; además, se las denunció ante el partido judicial y se nos escrachó hasta el hartazgo en los medios macristas. Pero la única verdad es la realidad: durante los gobiernos de Néstor y Cristina no se redujo el número de medios, se amplió inmensamente; no se quedaron trabajadores de prensa en la calle, se desarrolló la industria y se multiplicaron las posibilidades de empleo en medios privados y públicos; no se silenciaron las voces críticas, se respetó la libertad de opinión aún de quienes la usaron para mentir, difamar y ensuciar a cientos de dirigentes, empezando por la propia Cristina.

Quienes dicen defender la libertad de expresión y luego persiguen a medios y periodistas críticos o miran para otro lado cuando miles de trabajadores se quedan en la calle, son cínicos y antidemocráticos. No son irresponsables: tienen plena responsabilidad en el deterioro de nuestra Democracia.